LA SIESTA DEL PERRO


             Cuando alguien escribe versos con esta dulzura y con tanta fuerza como esta cuarteta que os cuelgo del gran Antonio Martinez Ares no queda mas remedio que escuchar y aprender. 

La procesión de las hormigas sube invisible por el cuerpo.

Hay un caballo que me mira bebiéndose el agua del tiempo.

La puerta de la nueva tarde la cruzo, allí me espera un niño

mordiendo cebollas de sangre, me dejo ir hacia el abismo.

Y en el revuelo de mi vuelo nadando voy entre acuarelas.

Me subo a lomos de un velero que igualito que yo surca a dos velas.

Compongo la canción más bella y la más triste en un momento.

Se ha ido, qué habrá sío de ella, que volverá me ha dicho el viento

Soñé que desgarraba con puñales las calumnias vertebrales

que no era ese borracho, ese vago, ese payaso

que se duerme en su capacho, ay, ay, ay, ay, lo soñé.

Soñé que los ladrones y mentirosos eran otros, lo soñé…

La realidad me susurró: “Ay, qué penita”

y de la siesta más bonita desperté.

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